SUJETOS PRESCINDIBLES: "HONORINO"


Honorino es un tipo mediocre. Ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco, ni triste ni alegre y, de este modo, podría ser infinidad de níes. La única cualidad superlativa en él es su necedad. 

Honorino es metódico hasta la crispación. Siempre apoya primero el pie derecho al salir de la cama, Honorino no es supersticioso, pero por si acaso. Alcanza el cuarto de baño en once pasos exactos, si todo va como debe ser, habrán transcurrido siete minutos y medio. Uno más, para mirarse de soslayo en el espejo antes de miccionar, tarea para la que emplea dos minutos exactos ¡Sorprendente la capacidad del sujeto en controlar su vejiga! Luego ducha, afeitado, desayuno y cepillado de dientes. A las 07:37 ha de estar pulsando el botón del ascensor. 

Honorino es funcionario del Ministerio de Árboles y Papeleras, al que accedió hace más de tres décadas por obra y gracia de un subdirector general que se cepillaba su madre, por entonces viuda de un capitán de la guardia civil. Gran mujer con grandes pechos, tan grandes que se hicieron míticos. 
A Honorino le disgusta hablar de mamá, un desagradecido. Bueno, a Honorino le disgusta cualquier asunto relacionado con sus orígenes. Cierto es que cuando era un crío se comentaba por el barrio el escaso parecido que guardaba con su progenitor, un hombre de cabeza cuadrada y pelo negro. Hasta se hizo una porra que nadie cobró, pues se apostaba quién podría ser su padre y la multitud de opciones acabó convirtiéndola en un imposible.  Eran demasiadas,  desde el lechero de Lavacaminos hasta un asesor del  ministro de exteriores externos, pasando por varios componentes de un circo alemán. La señora Cándida , como ya he dicho, había sido una gran mujer de gran corazón. 

Honorino en invierno se pone un traje de lana gris, como él, que le queda corto de manga y de pierna, pero que abriga una barbaridad, eso dice. En verano lleva traje beige de puro nailon, el lino se arruga, y cuando aprieta el calor se pone tan colorado como cangrejo de paella dominguera. 
Su voz tiene un timbre agudo y aflautado que crispa con un simple buenos días. Se te introduce por el canal auditivo taladrando el tímpano, para acabar aferrada, cual flecha trucada, a los pliegues cerebrales causando un enervante dolor. Y él lo sabe, por eso no calla nunca. Atiende al público, sección reclamaciones, donde disfruta de lo lindo archivando cada queja en una atiborrada trituradora a la que considera de uso exclusivo. Ya he dicho que es un necio.   

Honorino está afiliado a varios partidos políticos, paga religiosamente las cuotas y acude a los mítines, carné en mano, ansioso por estrechar manos, pues, como cualquier ser de la especie humana, tiene sus propios sueños. Cada cuatro años, con las elecciones sus ojos se tiñen de un brillo singular, el de la esperanza. ¡Ah, si este fuese su momento! 

Y lo que es la vida, tanto tiempo ejerciendo la amargura, la envidia, la adulación al poderoso, además del poco compañerismo, por fin, ha dado su fruto. Tras el último baile de asientos la fortuna ha sonreído al hijo de la señora Cándida, aquella gran mujer. Por mor del aquí te pongo ha conseguido despacho propio, de esos con chapita sobre la puerta, en donde figura inscrito, en negrita sobre fondo blanco, lo siguiente: Jefe de Subsección de la Vicedirección de la Dirección General del Secretariado de la Presidencia de Recursos Inexistentes. 

Por fin Honorino es honorable. ¡Luego dirán gentes de poca fe que los sueños no se cumplen!

Comentarios

  1. Lessing, que reunía en su compleja personalidad credos tan heterogéneos como la metempsícosis y la fe en la Ilustración, podía permitirse el lujo de decir aquello de que " llevados por las preocupaciones de una vida futura, los necios pierden la presente ". En cambio nosotros, extenuados protagonitas de una época que parece haber abatido todos los ideales, no tenemos más remedio que declarar " que llevados por las preocupaciones del presente, los necios pierden su vida futura y hasta su pasado ". ¿ Quién tiene la razón ? Se precisaría una perspectiva ultrahistórica, aunque a simple vista ambos testimonios concuerdan en un punto: que tratándose de asuntos humanos es inevitable hablar de la necedad.

    Un abrazo.

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