Disgregatio I. "APLAZANDO"

"No sé precisar cuando fue la primera vez que aplacé mis deseos. Ocurrió sin querer... Quizá toda la vida es una sarta de sueños aplazados. Siempre hay un motivo irrebatible para dejar aparcada una ilusión, ¡y claro!, la costumbre, una vez asumida, se torna en rutina, en la cotidiana rutina esencia del ser humano; incluso el nómada que amanece sin preguntarse dónde, es rutinario en su libre albedrío.
El sol nace para morir desde antes de nuestra existencia. Eternamente marcando el compás: día, noche, día, noche... ¡Y aquí estoy yo! Envuelta en la vorágine vital de un mundo que palpita incesante hasta aplastarme."

 Una ráfaga de brisa nocturna le golpeó en la cara y la mujer sacudió la cabeza mientras dejaba la pluma sobre la mesa. Le disgustaba dejarse llevar por estos pensamientos pues le adentraban en lo profundo de sus entrañas, que mutadas en telarañas venosas laten al compás de un corazón cansado, sumergiéndola en un universo estrellado y negro. Entonces se sentía pequeña, muy, muy pequeña... Como mota de polvo perdida entre millomes de puntos luminosos que la deslumbran. Tomaba conciencia de su ser para sentirse extrañamente perdida.

...Y soñaba con volar. Saltar desde la azotea de un rascacielos para dejarse caer sobre el colchón de aire (oxígeno, nitrógeno, argón...) Flotar sobre los tejados, escudriñar los cuadraditos de los edificios. Dejándose alzar por corrientes cálidas y planear sobre la avenida principal. El aire le revuelve el cabello que se le mete en la boca. Sabe a sal.
¡Ahora cae en picado! ¡Ora gira antes de topar con la acera! Ascendiendo por encima de las nubes que, apesar de parecerlo, no son de algodón.

¡Volar hasta el sol derretirá tus alas!

           - ¡Cierra la ventana y apaga esa luz!
           - Sí, ya voy...

Y de nuevo aplazó un sueño.

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